Su voz fue dulce y benevolente pero me puse a temblar. Me sentí descubierta en un bache. La situación con El Francés constituía un incidente ante el cual yo había informado a mi jefe administrativo y no al oficial de la seguridad. Esperé nerviosa el encuentro.
El oficial Luis pareció no darle mucha importancia al hecho que yo no lo hubiera informado antes porque estaba involucrado con entusiasmo en el caso. Luego que escuchó las explicaciones de mi jefe nos reveló información que era sólo posible entre personas de absoluta confianza.
Estamos trabajando en este caso desde hace varios días- dijo – Nuestro oficial en el hotel Riviera recibió de un informante la denuncia que un nacional se encontraba con unas extranjeras en la piscina del hotel. Afortunadamente no es un oficial del montón, es un veterano de la Sierra Maestra, de operaciones en el exterior, guardaespaldas de dirigentes y custodio de embajadas. Está en el hotel Riviera para disfrutar de la estabilidad de su familia luego de varios años en el extranjero pero conoce los riesgos del encuentro con el enemigo.
Ya en ese punto sus palabras habían logrado causar en mí tremendo impacto. Un frío enorme llegó a mis manos que, sin embargo, se humedecieron de sudor. Tuve la certeza que era un testigo privilegiado de un ataque de la mismísima CIA.
|